lunes, 21 de mayo de 2007

VÍCTOR RAMÍREZ

Las Palmas de Gran Canaria, 1944Empezó Derecho y Dirección de Empresas en Madrid, estudios que cambió por los de Magisterio, para dedicar su vida profesional a la docencia. Su obra literaria empieza a asomar en periódicos y revistas literarias a finales de los años sesenta. Es uno de los narradores canarios más sólidos de las últimas tres décadas del siglo XX.Obras:Cada cual arrastra su sombra Cuentos cobardes Además, lo primero La piedra en el camino Nos dejaron el muerto Arena rubia y otros relatos La vez entre después y ahora De aquella zafra Desde el sur Sietesitios queda lejos A la sombra de Alcorac



LA TAZA VACÍA
DE
CRÓNICAS APÁTRIDAS


“Sonreíste una vez, cuántas veces. Creo que sonreías siempre, que jamás dejaste de sonreír. Sin embargo, y a pesar tuyo, te resulté ajeno y me considerabas tu propio, distante y me tenías próximo, inaccesible ahí tan a mano. Y decíais, con el tono de quien hace un favor, y decías que me amabas, te amo, no susurrosa sino desafiante, como quien reta y exige acepten el desafió, te amo, que era lo triste no obstante tu perenne sonrisa, te amo, tan segura de ti, del sentimiento.
Yo de cuando en cuando osaba buscar tus ojos con los míos, lo que aprovechabas para acentuar el cargante optimismo y el brillo de tus pupilas tras los cristales violeta de las gafas. ¿ Y tú? Preguntas ¿y tú? Yo no decía nada ¿ qué iba a decir? Únicamente un gesto de desvío con la mano y el labio inferior, la vista baja. Pienso hoy en cuánto gozabas con mi creías que fingido desdén; pero te equivocas. No era fingido, aunque sí algo forzado, y me preguntaba dónde, que dónde estaría tu intuición de femenina, que para qué esa buena voluntad mejor fe y ese loable, querías que fuera loable, ese loable deseo de quedar bien con tu Dios y ganarte así un trozo más de parcela celestial…”


Editorial Benchomo, 2000

miércoles, 16 de mayo de 2007

RAFAEL AROZARENA


MARARIA

Capitulo I

“Me habían descrito al hombre. Un hombre bajo, débil, pequeño. Un hombre con ojos de ratón, ojos negros, diminutos como cabezas de alfileres, brillantes bajo unos párpados nerviosos. Un hombre con bigote grande, espeso, de puntas afiladas, puntas señalando al horizonte, como las agujas de la rosa de los vientos. Un hombre en mangas de camisa, con corbata negra, verdosa, pardusca. Los pantalones grises, amarillos, viejos, gastados, con remiendos de telas diversas en los perniles y en el trasero. El sombrero negro, arenoso, con manchas de humedad y cinta desflecada. Un hombre con un diente arriba y otro diente abajo. Con manos ásperas, duras, encallecidas, morenas y rojas, con uñas negras, fuertes y largas. Un hombre con un pie descalzo y otro calzado con un zapato descosido, un zapato con varias suelas superpuestas, suelas de goma, de cubiertas de camión. Un hombre viudo, con un hijo. Un hijo alto, muy delgado, con pelo movido y rubial. Un hijo activo, trabajador, nervioso, diligente, con ojos azules con pestañas largas, con brazos largos, con piernas largas. Un hombre que tenia un hijo así. Un hombre que vivía en la calle transversal, en una casa pequeña, enjalbeada, con una puerta verde, con una ventana verde. Un hombre que se llamaba Pedro, que lo llamaban Geito, Pedro el Geito...”

Editorial Interinsular Canaria, 1983


El viento, el sol y el fuego de Lanzarote. Una mujer atraviesa el pueblo en sombras. Es María, a quien llaman Mararia. Mujer, amante o bruja, pero ante todo mito.

martes, 15 de mayo de 2007

RAFAEL AROZARENA

Poeta y novelista. Nace en Santa Cruz de Tenerife en 1923. Ha publicado varios libros de poesía. Sus poemas han sido traducidos al alemán, inglés y francés. En prosa ha escrito las novelas Mararia y Cerveza de grano Rojo y varios relatos cortos que figuran en diversas antologías de escritores canarios. En 1988 se le concedió el Premio Canarias de Literatura.


LA GARZA Y LA VIOLETA

“Cuando sonó el timbre para llamar a clase, Víctor llegaba a las puertas del Instituto. Subió de dos en dos los escalones de mármol hasta el segundo piso y logró entrar en el aula de Ciencias antes que el profesor, reloj en mano, ordenara que se cerrase la puerta.

Como si se hubiesen puesto de acuerdo, los alumnos ocuparon los mismos sitios del curso anterior y Víctor se apresuró para tomar asiento en su doble pupitre, cerca del ventanal y junto a la hornacina donde se guardaba la colección de pájaros disecados.

El aula de ciencias era algo así como un paraíso donde Víctor gozaba dejando volar su imaginación entre las colecciones de objetos y animales curiosos que se mostraban en las grandes vitrinas y servían de material pedagógico.

Estaba allí muy completa la Historia Natural de la isla.

Había profusión de piedras negras y rojas que provenían del misterioso interior de la tierra, donde Víctor se imaginaba que estaría el Infierno…..”

La garza y la violeta es la historia de un muchacho que tuvo la suerte de nacer en uno de los valles más be llos del mundo, el valle de Taoro en las Islas Canarias, al pie de una mágica montaña de cristal en cuya cumbre florece una rara violeta. La invasión del progreso atentando contra el paisaje natural y el simple robo de esta flor son las causas de que la maldición de la gran montaña caiga sobre algunos personajes de este relato, lo que provoca la destrucción de los mágicos y ambiciosos sueños de amor y de gloria del joven protagonista.
Editorial Alfaguara, 1996

lunes, 14 de mayo de 2007

SEBASTIÁN SOSA BARROSO

Nació en Agaete el 8 de septiembre de 1924.
Entre sus publicaciones cabe destacar:
Romances de Agaete
Calas en el Romancero de Lanzarote
Canciones de la Villa Villa
cuentos Líricos de Gente Rara
Guirres en el Poste del Teléfono
Agaete en el mar y en el Viento
Voces Ordenadas de Verso Perdidos
Cuentos y Narraciones Ecologistas
EL CUERVO DEL PIE BLANCO
(Una historia vieja del romance para Pablo)
Cuentan los moradores de la isla que una mañana de San Juan se vió llegar, cerca de una playa de arenas blancas y rocas azuladas, una nave de esas que se ven en las ilustraciones antiguas de manuscritos destinados sólo a los reyes y principes.
Era una nave muy rara, panzuda y pesada en sus movimientos; no traía remeros en los bordes como se ven en los viejos códices; tenia, eso si, un castillete en el centro mismo de una cubierta bien ensamblada; los travesaños de los lados estaban bien calafeteados por manos maestras en el arte de la marineria; todo el arquitrabe principal era de marfil y el mascarón de proa de madera tallada en cedro. ...
Editado por el Centro de la Cultura Popular Canaria
Agosto, 2005

viernes, 11 de mayo de 2007

RETRATO DE UN VIEJO PREMATURO

Puente de la Constitución
¡Cuánto no hemos cambiado! ¿Cuánto? ¿Cuándo el cuánto? Lo que el hombre ha unido que algún dios lo separe. Cierra los ojos que ya te los abrirán. Dime de dónde no vengo, y yo gano mi camino para mirar atrás. "Lo barroco engendra su propia parodia" dijo Borges. A mí me ha salvado que al empezar un libro ya estoy pensando en el siguiente. Aún. Que pueda ser deudor de los favores que me regalan los otros, pero nunca el acreedor. Aún. Que acierte en mis diagnósticos o ligeras profecías sencillamente porque pienso demasiado, y claro... alguna vez ha de salir el número de mis pronósticos. Aún.
Ediciones Idea, 2004

jueves, 10 de mayo de 2007

CARLOS SALVADOR

Tenerife, 1974 - 2001
Se licenció en Filología Hispánica por la Universidad de La Laguna.
Su obra ha sido editada de forma póstuma


Dioses para cinco minutos (2004), aforismos
Retrato de un viejo prematuro (2004), relatos
Duelo del extranjero ilimitable (2004), poesía